viernes, 4 de junio de 2010

Libro de Roberto Porzecanski

Se transcribe el articulo de Busqueda sobre el libro del investigador Roberto Porzecanki.
Creo que si bien se menciona, y sobre el final del articulo se hace una nueva referencia, habria que destacar la firme salida al cruce de la voluntad del presidente Vazquez y de alguno de sus Ministros por varios legisladores del FA y otras personalidades. Juan Manuel Quijano, Gerardo Caetano, el actual subsecretario de Relaciones Exteriores Roberto Conde, Eduardo Lorier, el hoy senador Oscar Lopez Goldaracena. Ciertamente otros queridos companieros que hoy no están argumentaron fuertemente contra lo que se estaba llevando adelante. Incluso la unica vez que fue convocada la unidad tematica de asuntos internacionales de lo que fuera el Encuentro Progresista en su momento, fue para abordar este tema. El tema fue abordado central mente por Juan Manuel Quijano. Fueron tan contundentes los analisis que alli se hicieron y que establecian que el TLC que estaba en discusion era el modelo Peru o el modelo Colombia, que no habia un modelo a la uruguaya, y que ese formato de acuerdo no era adecuado a nuestro pais y que tampoco era adecuado para nuestro pais ser la cunia en la region en favor de Estados Unidos.
Es muy bueno que ahora se haya recogido en una investigacion esto y que se hable de errores y de horrores. Sobretodo cuando se insistia que el modelo era de un acuerdo a la medida de las necesidades de Uruguay, cuando ello jamas estuvo en un horizonte posible.

F.S.




Tabaré Vázquez pensó que podía lograr que Estados Unidos firmara un TLC 'a la uruguaya' y por eso avanzó casi hasta su concreción. Un libro del investigador Roberto Porzecanski afirma que el mandatario lo cambió por el TIFA (Tratado Marco de Comercio e Inversiones) para no concederle una victoria al entonces canciller Gargano

El ex presidente Tabaré Vázquez impulsó durante su administración un tratado de libre comercio (TLC) con Estados Unidos convencido, junto con algunos de sus ministros, de que la potencia norteamericana estaba dispuesta a negociar un formato especial para Uruguay, por su importancia geopolítica. Sin embargo, en setiembre de 2006 el entonces mandatario "le dio el golpe de muerte "a la iniciativa ante" la muy tardía constatación -alertado por el embajador uruguayo en Washington Carlos Gianelli- de que Estados Unidos no aceptaría negociar algo con Uruguay que le permitiera vencer la oposición "que tenía dentro del Frente Amplio y en la región, afirma el experto en relaciones internacionales Roberto Porzecanski en el libro de su autoría "No voy en tren. Uruguay y las perspectivas de un TLC con Estados Unidos", que saldrá a la venta esta semana.
Este investigador, doctor en Relaciones Internacionales por The Flechter School (Tufts University en Boston), revela en el libro que "Gianelli fue quien le dijo a Vázquez que lo único que estaba sobre la mesa era un acuerdo muy similar al negociado por Perú y Estados Unidos". La potencia "no tenía flexibilidad alguna en los asuntos que más preocupaban a Uruguay, como el capítulo de propiedad intelectual", agrega.
En enero de 2006 el entonces ministro de Economía y Finanzas, Danilo Astori, adelantó en una entrevista con Búsqueda (Nº 1337) que el gobierno de izquierda se proponía discutir un TLC con Estados Unidos, luego de haber logrado que el Parlamento aprobara el Tratado Bilateral de Inversiones (TBI) entre ambos países. La aprobación parlamentaria de ese acuerdo había sido una prueba de fuego para el gobierno de Vázquez, que debió negociar cambios al texto acordado por su predecesor Jorge Batlle -"cambios cosméticos" según la oposición-, para lograr que fuera acompañado por la mayoría del Frente Amplio. Así y todo, el senador Eduardo Lorier (Partido Comunista) se retiró de sala y dejó depositada una rosa roja en su banca a la hora de la votación.
La arriesgada jugada de Vázquez y un grupo de ministros -que además de Astori conformaban Jorge Lepra y Héctor Lescano- disparó un fuerte debate a la interna de la fuerza de gobierno, que luego se extendería a las corporaciones empresariales, sindicales y a la academia. En los hechos el gabinete se dividió y el bando contrario a la firma del tratado lo lideró nada menos que el canciller socialista Reinaldo Gargano, que coordinó con la Cancillería brasileña para trabarlo. El actual presidente José Mujica, entonces al frente de la cartera de Ganadería, Agricultura y Pesca, tomó distancia de la discusión.
En el Mercosur la administración Vázquez también enfrentó la intemperie tras el planteo. Brasil y Argentina nunca le dieron el visto bueno para que negociara un acuerdo bilateral con Estados Unidos, que, de haber sido aprobado, hubiera puesto fin a la unión aduanera imperfecta.
o Visiones encontradas. Pese a las oposiciones que debía vencer, Vázquez siguió adelante. Las distintas agencias del gobierno norteamericano también tuvieron visiones encontradas durante la negociación y, tal vez, ayudaron a que el mandatario y los ministros que lo apoyaban creyeran que un "TLC a la uruguaya" era posible.
Debido al avance del bloque izquierdista bolivariano (Venezuela, Ecuador, Bolivia y en alguna medida Argentina) que quitaban el sueño a la Casa Blanca, el Consejo de Seguridad Nacional, liderado por Daniel Fisk, era favorable a contemplar a Uruguay. "Dentro de la Casa Blanca, un TLC con Uruguay se veía como un instrumento para contener la influencia de Hugo Chávez en la región, asegurándose de que el gobierno de izquierda del Uruguay tuviera interés en mantener una relación constructiva con Estados
Unidos", apunta Porzecanski. En cambio el USTR (el representante comercial que depende directamente del presidente) estaba decidido a mantener la línea ortodoxa e imponer a Uruguay el formato clásico de TLC que Estados Unidos había adoptado como modelo en ese momento. De hecho, la opinión de Gianelli no se basaba exclusivamente en su propia valoración, sino "en conversaciones que había tenido con funcionarios del gobierno de Estados Unidos que lo llamaron especialmente para preguntarle de qué hablaba Vázquez cuando se refería a un acuerdo a la uruguaya" o con ciertas flexibilidades. Los funcionarios rápidamente "le aclararon que ese tipo de acuerdo no era posible", comenta el autor de "No voy en tren".
o El TIFA y Gargano. Enfrentado con la realidad, Vázquez "inmediatamente decidió poner un freno a la negociación" del TLC. Fue el fin de la búsqueda de un acuerdo de libre comercio en los plazos acelerados de la autoridad para negociar (TPA) que el Congreso otorgó al gobierno de Bush en 2002.
De acuerdo a esta investigación, pese a que Vázquez se vio forzado a dejar la negociación, "antes de hacer ningún anuncio, decidió pedirle a Gianelli que pensara una alternativa para no tener que concederle una victoria a Gargano y a los opositores de un acuerdo con Estados Unidos".
"Basado en la experiencia de Suiza, Gianelli pensó en proponer la negociación de un TIFA (Tratado Marco de Comercio e Inversiones), lo que los estadounidenses aceptaron inmediatamente", añade.
Concluye que Vázquez, por errores de cálculo que también había cometido su antecesor Jorge Batlle -que también exploró la firma de un TLC-, quedó atrapado en un callejón sin salida. En el USTR comentaron a Porzecanski que, de haber seguido adelante la negociación, "hubiera implicado prácticamente reemplazar Perú por Uruguay en el texto del acuerdo", lo que no era viable para el partido de gobierno.
Para dejar de lado la vía rápida también influyó el flecho de que la posibilidad de obtener una aprobación inmediata del TLC era "bastante baja, ante la inminente probabilidad de que el Partido Demócrata obtuviera la mayoría del Congreso en noviembre de 2006, algo que efectivamente sucedió".
o Errores. "Cuando la decisión de no ir hacia un TLC fue anunciada, varios actores se adjudicaron la responsabilidad de haber matado al TLC", escribe Porzecanski. Por ejemplo, "las bases y la mayoría de los sectores del Frente Amplio argumentaron que la decisión del presidente fue la correcta (...), otros argumentaron que había sido la oposición de los socios del Mercosur y la respuesta formal que Argentina y Brasil estaban-preparando a la carta que Tabaré Vázquez envió a los presidentes del Mercosur a comienzos de setiembre (de 2006)".
A la luz de los sucesos, el autor concluye que los dos presidentes que pretendieron avanzar en un TLC con Washington, y quienes los impulsaron, cometieron "errores -cuando no horrores- de cálculo políti-co.
"El primer error cometido tanto por Batlle como por Vázquez fue pensar que el
deterioro del Mercosur hacía que el compromiso político de Uruguay con una participación plena en el bloque disminuyera significativamente", señala.
"La realidad, sin embargo, es que el compromiso con el proyecto Mercosur y con la integración latinoamericana está muy arraigada en Uruguay -y no exclusivamente en el Frente Amplio-. La dependencia comercial existe y tiene peso. En definitiva, a pesar de todos los esfuerzos, Uruguay no está pronto para comenzar a desandar su plena participación en el bloque", afirma Porzecanski en el libro "No voy en tren".
"Lo interesante es ver cómo dos presidentes pensaron que podían firmar un TLC con Estados Unidos a pesar de la oposición de actores muy relevantes. A nivel del sistema político el Frente Amplio tenía poder de veto y a nivel de grupos de interés había -entre otras cosas- un conjunto de empresarios que temían que un TLC pusiera en riesgo sus exportaciones a la región", declaró el experto a Búsqueda.
De hecho, hacia fines del 2006 "la oposición de los grupos de interés inclusive comenzó a influir en el Partido Nacional, que empezó a ser mucho menos efusivo en su apoyo a un TLC", agregó.

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