domingo, 2 de mayo de 2010

Ana de Montevideo

Incluyo este artículo escrito por Fernandez Huidobro en La República sobre Ana Olivera. Compartí con ella aquellas épocas de fines de los 60 y 70,en largas charlas que mantuvimos en muchos boliches de Montevideo o en locales de centros de estudio; coincido en los aspectos que la nota resalta. Y esto es muy importante en la actual circunstancia, dado que una gran cantidad de gente con la que a diario interactuo no tiene ninguna referencia de tan responsable, capaz, inteligente y trabajadora compañera.
Fernando Schreiber



ANA DE MONTEVIDEO: ALBAÑIL Y SOLDADORA
Por Eleuterio Fernández Huidobro |*|

Nació el 17 de diciembre de 1953 en Montevideo, frente al Parque Central en La Blanqueada.

Su padre, blanco como hueso de bagual hasta la muerte ( hace seis meses), votó sin embargo a Tabaré en el ballotaje del 2004 "porque jamás en su vida podría votar a un Batlle".

Su madre, profesora de literatura fue siempre "de izquierda": una calificación que en Uruguay tiene la importancia más amplia y decisiva.

Sus hermanos, menores y en escalera de cada cuatro años, fueron viendo y viviendo la historia que sigue:

Porque Ana viene de donde tiene que venir y de donde por lo general venimos tod@s.

Su formación fue jesuíta aún cuando ni ella lo perciba (cosa que le pasa a tod@s). Alumna de Primaria y Secundaria en el colegio Sacre Coeur de 8 de Octubre y Estero Bellaco (hoy está la Universidad Católica). Donde trabajaba su madre y a pocas cuadras de su casa. Una escuela de tiempo completo de la que, como una adivinanza de su destino, salió hablando también en francés.

Algunas de sus docentes como la "madre Epalza" (de origen vasco) se iban destacando ­ ya ­ en la lucha contra el autoritarismo y luego contra la Dictadura. Ana salió de allí en 1969 rumbo al IAVA, como doctorada para el FER 68.

Porque sus compañeras egresadas en 1968, habían protagonizado en ese lugar, junto a tant@s, el nacimiento de aquel histórico movimiento estudiantil de enorme influencia en los demás ámbitos juveniles por esos tiempos.

En agosto de 1968 anduvo con su madre y la de Hebe Martínez Burlé (a su vez descendiente de Troitiño y batllista), en el multitudinario velatorio y sepelio de Líber Arce. Desde allí, también como tant@s, viene caminando...

Fue desde el principio una intensa militante. Muchas veces clandestina debido a las permanentes Medidas de Seguridad que cebaban su hambre represiva entre los sindicatos obreros y las organizaciones estudiantiles.

Vió nacer al Frente Amplio y militó con su madre desde los Comités de Base de la Blanqueada en la dramática campaña electoral de 1971. Las pudimos ver junto al Monumento del Gaucho en el memorable acto fundacional del 26 de marzo de 1971. Y en un camión desde el barrio hasta Uruguay y Agraciada, formando parte, otra vez las dos, del Acto Final de aquélla Esperanza naciente.

Pocos meses después, a los 18 años, en el pleno y atroz 1972, pasó a la clandestinidad, fue requerida por los aparatos represivos y los medios de prensa a su permanente servicio, hasta que en agosto de ese año pudo huir al Chile de Allende vía Buenos Aires y Mendoza.

Conoció la nieve cordillerana como antes había conocido la angustia de ser perseguida: fue amparada por dos ancianas a cuya casa llegaba a las doce de cada noche. Allí siempre la esperaba el plato caliente y un porrón en su cama. De donde debía irse a las seis de cada mañana munida por aquel amor anónimo y generoso, con una petaca de licor de vino para no pasar tanto frío. Porque el de 1972 fue el invierno más cruel del siglo.

Chile, el de Allende, era una "isla" pletórica de refugiados de toda la región. Antes que lo rompieran fue percibible, como en la España del 36, la amenaza internacional fascista y la indiferencia cómplice del "Occidente".

Hubo una muy inteligente providencia: evacuar ordenadamente la mayor cantidad posible de aquell@s desvalid@s (que, se sabía, iban a sufrir graves consecuencias de producirse lo que se produjo)

Las únicas playas disponibles para recibir la evacuación de tal naufragio humanitario que abarcaba a todo el Cono Sur, fueron las de una isla sitiada: Cuba.

¡Qué fácil les resulta hoy la condena tanto a los fariseos de siempre como a los diletantes sobrevinientes!

Pero también conviene decir que l@s uruguay@s de siempre, l@s de ayer y l@s de hoy, cuando llegan a cualquier país piden para trabajar. Sencillamente eso.

Y los cubanos que compartieron el pan que hubiera resulta que siempre repartieron el mejor con ellos.

De modo que a esa altura, la eterna militante Olivera pidió y tuvo a bien ir a trabajar: le tocó una fábrica de tuberías de acero: aprendió, como en el Sacre Coeur a bordar, a soldar con autógena y con eléctrica.

Es una muy buena soldadora y eso en la izquierda siempre es necesario.

Luego la trasladaron "al SUNCA" y aprendió el oficio de albañil levantando miles de metros cuadrados de pared

Aprendió luego a realizar terminaciones y finalizó su carrera "salvando" el curso de Directora de Obra".

La ciudadanía electora el próximo 9 de mayo debería tener muy en cuenta estos oficios a la hora de elegir: ¿Cuál de los demás candidatos suelda? ¿Cuál levanta paredes?

En 1977 Ana se fue de Cuba, como tant@s: el peor momento había pasado y se debía aliviar el seno hospitalario.

Cayó rodando en Francia, pero con el idioma que la "Madre Epalza" le había regalado en La Blanqueada. En esas horas, aquella monja sobrevivía a duras penas enterrada en Punta de Rieles-

En París fue limpiadora, cantinera y, los fines de semana, ayudante del anciano y sublime pintor cubano Wilfredo Lam entonces de 80 años con el que salían a pasear (él en silla de ruedas) por museos, parques, y teatros. Las largas conversaciones con tamaño testigo viviente del siglo XX, sus avatares en el Arte y en la Historia, dejaron en ella huellas imborrables.

Fueron testigos apasionados del triunfo socialista de Miterrand en 1980, de la Revolución de los Claveles en Portugal y de sus consecuencias y de la Transición española que tuviera en París bases de operación, Congresos y grandes actos. Ana siempre dice, además, que en París conoció Africa...

Volvió a Uruguay el 26 de setiembre de 1984 con documentación obtenida en base a la ayuda francesa y de la ONU porque la Embajada uruguaya en Francia seguía siendo dictatorial.

El legendario golero de Nacional, Aníbal Paz, vecino de su barrio y por entonces en la Aduana del Aeropuerto, fue uno de los primeros en reconocerla y saludarla.

Trajo un hijo de nacionalidad insólita: cubanofrancésuruguayo. Como hasta hoy le pasa a l@s uruguay@s desparramad@s por el mundo.

Es por lo tanto digna representante de esa trágica novedad: el exilio de una inmensa cantidad de uruguay@s. En eso también es Ana de Montevideo. Porque como ella hubo y hay miles.

Así que, doce años después, volvió a su casa en La Blanqueada: ¡Todo estaba igual! Su familia era una de las tantas familias sobrevivientes. Sus hermanos menores hacía mucho que militaban en la izquierda.

Trabajó como docente, hizo ocho años ininterrumpidos de militancia social en su barrio y. en medio de ella, cuando sucedió la crisis de los Partidos Comunistas en el mundo se vió, como de pronto, al frente de esa fuerza histórica tanto en su Comité Central como en su Comité Ejecutivo.

En 1994 entró en la Intendencia Municipal de Montevideo como suplente de Arana. y allí estuvo una década, hasta cuando obtenida la victoria en el 2004, el flamante Gobierno frenteamplista, todos nosotros, la mandamos con Marina Arismendi y muy poc@s más al enorme desafío de crear el MIDES y aplicar el Plan de Emergencia.

Plan que fuera bandera principal de los Programas frenteamplistas en varias elecciones y que por fin podíamos demostrar que era viable.

Doce militantes en tres autos fue todo lo que, al principio hubo, para poner en marcha tamaña Obra.

Mirado a la distancia parece la aventura más temeraria que haya emprendido la izquierda.

Hoy es una hermosa realidad en marcha.

Ana se caracterizó siempre, desde 1969 hasta hoy, como lo dicen tod@s quienes a lo largo de tantos años la han visto actuar en tan diversos lugares y situaciones, como la infatigable trabajadora, inteligente, amplia y tenaz que hoy reconocemos. Una realizadora.

A la hora de elegir conviene averiguar de dónde viene cada un@. Ella viene de una epopeya compartida con centenares de miles de compatriotas. Es la síntesis viva de una época.

*| Escritor, senador de la República.

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